Probablemente lo único más seductor que un atildado aprendiz de James Bond que descubre criminales a base de citar diálogos de clásicos de la RKO sea una flacucha pecosa y con sombrero.
En 1986 RTVE estrenó "Remington Steele" y Stephanie Zimbalist entró en mi vida como el Fairy o la mayonesa Musa, esas cosas que no sabes como ni porqué pero se quedan en tu vida para siempre.
Stephanie era Laura Holt, una joven e intrépida detective que por ser mujer no tiene ni un misero cliente, y así, harta de que nadie la contraté ni para encontrar a su lindo gatito extraviado; y cual P.D. James o Fred Vargas, se inventa no sólo un nombre si no todo un personaje: Remington Steele (años después la misma artimaña fue usada por Whoopi Gooldberg y Dianne Wiest en la gloriosa "Como triunfar en Wall Street") que no sólo es su jefe sino también uno de los más reputados detectives de la ciudad. La cosa es que increíblemente hay alguien que responde a tan estrambótico nombre y que se presenta en la oficina de Laura. A partir de ese punto mi amada se convertirá en una Sancho Panza un pelín aguafiestas que con su indudable talento, la chispa de imaginación y locura de Remington y la colaboración de la imprescindible Mildred resuelve casos por doquier y mantiene una tensión sexual con Pierce Brosnan que ríete tú de David y Maddie.
Laura Holt reunía todos los ingredientes esenciales que aprecio en una mujer: pecas, pseudopelirrojismo y estilo para colocarse un borsalino. Lo demás es parafernalia.
La serie era maravillosa y estaba construida a base de diálogos que encajaban como piezas de Tente, y Pierce Brosnan demostraba en cada capítulo que había nacido para ser James Bond. Una delicia.
En 1986 RTVE estrenó "Remington Steele" y Stephanie Zimbalist entró en mi vida como el Fairy o la mayonesa Musa, esas cosas que no sabes como ni porqué pero se quedan en tu vida para siempre.
Stephanie era Laura Holt, una joven e intrépida detective que por ser mujer no tiene ni un misero cliente, y así, harta de que nadie la contraté ni para encontrar a su lindo gatito extraviado; y cual P.D. James o Fred Vargas, se inventa no sólo un nombre si no todo un personaje: Remington Steele (años después la misma artimaña fue usada por Whoopi Gooldberg y Dianne Wiest en la gloriosa "Como triunfar en Wall Street") que no sólo es su jefe sino también uno de los más reputados detectives de la ciudad. La cosa es que increíblemente hay alguien que responde a tan estrambótico nombre y que se presenta en la oficina de Laura. A partir de ese punto mi amada se convertirá en una Sancho Panza un pelín aguafiestas que con su indudable talento, la chispa de imaginación y locura de Remington y la colaboración de la imprescindible Mildred resuelve casos por doquier y mantiene una tensión sexual con Pierce Brosnan que ríete tú de David y Maddie.
Laura Holt reunía todos los ingredientes esenciales que aprecio en una mujer: pecas, pseudopelirrojismo y estilo para colocarse un borsalino. Lo demás es parafernalia.
La serie era maravillosa y estaba construida a base de diálogos que encajaban como piezas de Tente, y Pierce Brosnan demostraba en cada capítulo que había nacido para ser James Bond. Una delicia.
12 comentarios:
¡Ay, las pecosas!
A Mildred le tengo casi tanto cariño como a la señorita Topisto, que ya es decir.
¿Son imaginaciones mías o Remington Steele sustituyó a Luz de Luna en la tarde-noche de los domingos?
No se que decirle...yo Remington la tengo clasificada como "sobremesa" y Luz de luna como "domingo a las 8". Pero no podría jurarlo.
(Y que alegría por dios, que no han tenido que volver a desmontar el andamiaje de La Cibeles, albricias.)
¿Tú eres lesbiana? no por nada, pero tanta tía en tu blog, y tanta emoción te causan las rubias... además, te haces pasar por Ming, machote oriental donde los haya (polla-chan le llamaban en su barrio), pues ya me dirás...
halá, a ver si os atragantáis con la copa!
Eso si que no lo consiento...¿las rubias? Pelirrojas siempre.
Y machote, lo que se dice machote...con estas cejas que me gasto no le desvelo nada si le confieso que alguna vez le he puesto ojitos a Flash...
Buah. Yo me flipaba sola con Remington, madre mía. No era tanto, tanto como con David, pero déu n'hi do. Y, curiosamente, a ella no la odiaba. Digo curiosamente porque parece ser que una ya era envidiosilla de la peor calaña en su prepubertad, e irremediablemente mi odio se focalizaba hacia las partenaires de los chicos guapos de las teleseries.
¡Ay, mae mía (que diría Cañizares), qué recuerdos! Yo también me pirriaba por Laura Holt.
Pensándolo bien, qué enamoradiza fui siempre.
Aleluya, sí. Sobre todo me alegro por Bernardo. Bueno, y porque ocasiones como ésta me dan la oportunidad de ver bailar a las 8 de la mañana a funcionarios cincuentones al ritmo de We are the Champions.
Cómo me gustaba esa serie y lo que me disgusté cuando ya no hubo más. Quizá ahora se la vea muy ñoña, no? Saludos
Probablemente. Pero en su época era genunina. Lo mimo pasa con "Tristeza de amor" que a mi me flipaba, hace poco la volvía ver y seguía vigorosa, claro que cuando aparecía Concha Cuetos me daba la sensación de que iba a expender una cajita de acidoacetilsalicílico.
¿Stephanie Zimbalist fué musa inspiradora para mi,estuve enamorado platónicamente de ella,y gracias a lo que ella represento para mi,sé que clase de mujer quiero y lo que no quiero...!
Ese es el espiritu!
Laura hermosa
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