Desde ese día sólo veo las cosas a traves de un plasma protector y lo que antes era inofensivo y hermoso, como la voz de Kate Pierson o los Lacasitos amarillos, es ahora triste y opaco porque ya no existe, sólo son recuerdos grabados en cintas viejas de VHS, hologramas anticuados de objetos reales que parecen pero no son.
Ahora la felicidad se parece a la alegría de las fotos de las fiestas infantiles, donde sabes que eres tú porque reconoces a tus padres besándote y sonriendo e identificas tu viejo sofá y aquel Pato Donald hinchable que te regalaron en 1976, pero no puedes recordar con claridad haber vivido ese momento que parece tan feliz, aunque sabes, por las manchas de merengue en la nariz, las luces de las velas y los globos en blanco y negro que estuviste allí y que la niña que se abandona sonriente en el regazo de su padre parece realmente alegre aunque no puedas recordarlo, y juzgas esa felicidad desconocida con desconfianza, porque esos momentos fuer0n de alguien pero no estas muy segura de que ese alguien seas tú.
Hace un año un hongo nuclear asoló el mundo.
Puedo recordar las horas antes del desastre, conversaciones serias que parecían importantes y la euforia del puente vacacional recién estrenado, tensión en el trabajo y proyectos para septiembre y todo parecía tan real que podías jurar que era verdad, pero no lo era. El mundo se descomponía en un pequeño acelerador de partículas y nuestros movimientos estaban guionizados como los de un personaje secundario en una película de catástrofes de los años 70. En algún lugar, una bomba acechaba en la bodega de un 747, en algún lugar un terrible tornado se cernía sobre las costas de Java, en algún lugar el portador del peor virus imaginable tosía despreocupado en el metro de Nueva York.
Desde hace un año pienso cada noche que no ha pasado, que es como el sueño de Pamela Ewing, que me voy a despertar un 15 de agosto y que no ha pasado nada, la puerta no se va a abrir y nadie me va a decir que el mundo ha sido destruido. Van a pasar las horas, las once, las doce, la una, me voy a ir a la cama y no ha pasado nada. en el último momento alguien ha cortado el cable azul, la población de Java ha sido advertida de la catástrofe y el Centro Nacional de Enfermedades Contagiosas ha salvado a la humanidad en el ultimo momento. En algún lugar, los personajes secundarios siguen riendo y bailando, piden otra copa y se burlan de los Emmys de Mariska Hargitay. En algún lugar alguien hace una llamada que nunca se debe dejar para mañana porque nunca sabes cual es la noche que precede al día del fín del mundo.
3 comentarios:
El sol no brillará ya nunca más.
Un beso.
Un beso fuerte
Lo siento Eva, de todo corazón. Un beso.
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